Puede ser la personalidad del gato; sin embargo, puede ser capaz de cambiar eso hasta cierto punto.
Adoptamos a nuestra gata cuando tenía unos dos años. Al principio, era muy nerviosa y pasaba la mayor parte del día escondida detrás de los muebles. Es posible que fuera maltratada por su anterior dueño, y ciertamente estaba traumatizada por el ruidoso y competitivo refugio. Hasta el día de hoy, todavía duda en acercarse a los extraños, y todavía no le gusta que la recojan. (Esto último es porque no hemos intentado alterar este comportamiento, y normalmente cuando la recogemos estamos a punto de meterla en su mochila para ir al veterinario, o darle medicación)
Esto es lo que hicimos para animarla a ser acariciada.
- Al principio, simplemente la acostumbramos a que la acaricien. Para ello, simplemente le pusimos la mano a un lado de la cara, para que pudiera oler nuestras manos. Luego, a veces, después de unos segundos, ella frotaba suavemente el lado de su cara contra nuestra mano (indicando que estaba bien acariciarla). Cuando lo hacía, la acariciábamos unas cuantas veces, lo cual le gustaba. Hoy en día no requiere que sigamos ese ritual; es lo suficientemente feliz como para que nos acerquemos y la acariciemos en cualquier momento. Si quiere que nos detengamos (lo cual es raro), nos lo hará saber.
- Probablemente también vale la pena intentar averiguar exactamente cómo le gusta a tu gato ser acariciado (por la forma en que frota su cara contra ti cuando lo acaricias). Resulta que a nuestro gato le gusta especialmente que le frotemos el puente de su nariz, bajo su barbilla, y que le rasquemos justo detrás de las orejas. No le gusta que le froten la barriga, lo cual es común especialmente en gatos adultos. Experimente un poco y vea lo que le gusta.
- Cuando se acostumbraba a ser acariciada, sacábamos las manos a unos metros de ella y la animábamos a que se acercara a nosotros, diciendo su nombre y dando palmaditas en el suelo. Se dio cuenta de que si quería que la acariciáramos, tendría que acercarse a nosotros. Por supuesto, si se acercaba, siempre la recompensábamos con algunas mascotas y palabras de aliento, para reforzar el comportamiento.
Hoy en día responde a su nombre; salta en la cama y ronronea si ve que estamos allí; y se acercará y saltará en mi regazo (y ronroneará) si me ve sentada. Incluso la hemos entrenado para maullar por golosinas, “ponerse de pie” y pata a pata para que la acaricie, etc. No hizo nada de esto cuando la adoptamos por primera vez… y ya era adulta en ese momento. Así que no te rindas: puede ser un proceso largo y lento, pero al menos en nuestra experiencia, es posible y bastante gratificante al final!