Si no es un grito de atención, lo más probable es que sea una señal de afecto. Nuestro gato rescatado estaba inmensamente agradecido cuando lo acogimos. Aparte de los mimos, por la noche se acurrucaba en mí y empezaba a acicalar mi barba.
El aliento a pescado era asqueroso, pero yo apreciaba el gesto amable y no tenía ganas de regañarlo por ello (su kilometraje puede variar). Al final dejó de hacerlo cuando maduró.
Lo mismo ocurre entre nuestras otras dos gatas (hermanas), y ocasionalmente entre las tres. Es una señal de afecto que se ayudan a asearse mutuamente.
Si quieres que deje de hacerlo sin castigar a tu gato por ello, simplemente sugiérele que alterne el afecto. Aleja tu cara, acaricia al gato y dale un suave empujón para que se tumbe a tu lado. Si sigue haciendo esto, conseguirá lo que quiere. Si al gato no le gusta, no se acercará más a ti (porque sabe que vas a intentar forzarlo a un abrazo), si le gusta, entonces lo has redirigido con éxito.
Esto no se soluciona de la noche a la mañana, ya que se trata de reeducar el reflejo natural del gato. Se necesita tiempo y constancia.